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Calificadoras bajan nota crediticia de Colombia y desatan alerta global en los mercados

DN

Economía | Por: Alejandro Cruz


Moody’s y S&P degradan la deuda soberana y advierten sobre el creciente deterioro fiscal e institucional.

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Bogotá, junio 27 de 2025 — El equilibrio financiero de Colombia acaba de recibir un golpe que podría tener efectos duraderos. Dos de las principales agencias calificadoras del mundo, Moody’s y S&P Global Ratings, rebajaron esta semana la calificación crediticia del país, generando un temblor inmediato en los mercados y un eco de preocupación entre inversionistas, analistas y autoridades económicas.

La decisión de Moody’s redujo la nota soberana de Baa2 a Baa3, el peldaño más bajo dentro del grado de inversión. Pero fue S&P quien dio el paso más alarmante: degradó a Colombia desde BB+ a BB, lo que sitúa su deuda en la categoría de “bono basura”, es decir, de alto riesgo para los prestamistas internacionales.

Ambas firmas coinciden en el diagnóstico: Colombia enfrenta un déficit fiscal persistente, un aumento insostenible del gasto público, y una debilitada disciplina macroeconómica, agravada por tensiones institucionales y señales de inseguridad jurídica. Lo más inquietante, sin embargo, es la advertencia explícita sobre la pérdida de credibilidad en la conducción económica del país.

“El margen de maniobra se agota y la credibilidad institucional empieza a erosionarse”, subrayó el informe de Moody’s. En la misma línea, S&P advirtió que Colombia se verá obligada a pagar más para colocar su deuda, lo que podría desencadenar una espiral de costos financieros y retracción inversora.

Los efectos de esta degradación no son abstractos: se prevé una salida de capitales de portafolio, una mayor presión sobre la tasa de cambio, y un encarecimiento del crédito interno, tanto para el Estado como para empresas y hogares. En el peor de los escenarios, podría iniciarse una desaceleración prolongada con efectos directos sobre el empleo y la inflación.

Desde el Ministerio de Hacienda, la reacción ha sido cautelosa. El ministro confirmó que se presentará en las próximas semanas un plan de ajuste fiscal ante el Congreso, con énfasis en reducir el déficit y frenar el crecimiento del gasto. Pero voces críticas sostienen que no bastan medidas contables: el país necesita recuperar la confianza, lo cual exige también señales políticas claras, estabilidad normativa y respeto por los organismos de control.

En medio del remezón, varios analistas internacionales consultados por medios financieros coinciden: Colombia aún puede evitar una espiral descendente, pero el margen es estrecho y el tiempo, corto. Cualquier error de cálculo —fiscal, político o institucional— podría llevar a una nueva degradación y a una pérdida total del grado de inversión.

Mientras tanto, los ojos de los mercados siguen atentos. Y la pregunta que flota en el aire es inevitable: ¿logrará Colombia estabilizar el barco antes de que los vientos financieros lo empujen a la deriva?

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