
Pekín confirma el pacto mientras el gobierno de Trump refuerza su estrategia de presión global.
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Pekín, junio 27 de 2025 — En una jugada que podría redefinir el tablero del comercio global, el gobierno chino confirmó este viernes que ha alcanzado un acuerdo comercial con Estados Unidos, cerrando un capítulo de alta tensión que en los últimos meses agitó los mercados financieros e intensificó los temores de una nueva guerra económica a gran escala.
El anuncio, realizado por el Ministerio de Comercio de China, llega luego de meses de escaladas arancelarias, presiones bilaterales y advertencias públicas por parte del presidente Donald Trump, quien este año impuso un arancel del 10% a la mayoría de sus principales socios comerciales, incluida China. La medida fue solo una parte de una estrategia más amplia, en la que también anunció tarifas adicionales dirigidas a decenas de economías que consideraba “desleales” o “proteccionistas”.
Aunque los detalles del nuevo acuerdo no han sido completamente revelados, funcionarios chinos aseguraron que el pacto incluye una reducción progresiva de tarifas recíprocas, garantías sobre la protección de propiedad intelectual, y nuevos compromisos en materia de intercambio tecnológico y compras agrícolas. Por su parte, fuentes cercanas a la administración Trump sostienen que el acuerdo representa una “victoria estratégica” en su objetivo de reequilibrar el comercio exterior y contener el avance económico de China.
Sin embargo, el contexto no permite celebraciones absolutas. Expertos advierten que, aunque se haya alcanzado un acuerdo formal, la desconfianza estructural entre ambas potencias permanece intacta, y cualquier incumplimiento o diferencia de interpretación podría desencadenar nuevamente medidas unilaterales.
Lo que genera suspenso adicional es el calendario político estadounidense: el acuerdo llega en plena campaña electoral, en la que Trump ha convertido la política comercial en una bandera de confrontación nacionalista. Para algunos, el pacto es una herramienta electoral; para otros, una válvula de escape ante el creciente aislamiento internacional de Washington.
En los mercados asiáticos, la noticia fue recibida con moderado optimismo, aunque los analistas financieros se mantienen cautelosos. “Lo que hay sobre la mesa es un armisticio, no una paz comercial”, señaló un informe del Bank of Singapore.
El mundo observa. Y aunque el riesgo de una escalada inmediata parece conjurado, el pulso entre las dos mayores economías del planeta apenas entra en una nueva fase: menos visible, pero igual de decisiva.
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