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Crisis en la frontera: la dictadura de Maduro moviliza tropas ante los enfrentamientos del ELN y disidencias de las FARC

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Más de 80 muertos y 11.000 desplazados reflejan el caos en el Catatumbo, mientras Venezuela refuerza su presencia militar en la frontera y Colombia enfrenta una crisis humanitaria.

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La crisis en la región del Catatumbo, al noreste de Colombia, ha alcanzado niveles alarmantes debido a los enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC, que operan en esta estratégica zona fronteriza con Venezuela. En respuesta, el régimen de Nicolás Maduro ha movilizado tropas a la frontera, justificando la acción como parte de un esfuerzo para prestar asistencia humanitaria a los desplazados que huyen del conflicto.

Un balance alarmante: muertos y desplazados

En apenas cuatro días de intensos combates, la Defensoría del Pueblo de Colombia reportó más de 80 muertes y el desplazamiento de al menos 11.000 personas. De estas, más de 5.000 se han refugiado en Cúcuta, capital de Norte de Santander, buscando seguridad frente a la violencia desatada por las guerrillas que luchan por el control de esta región productora de cocaína.

El comandante del Ejército colombiano, general Luis Emilio Cardozo, detalló que la mayoría de las muertes no han ocurrido en enfrentamientos directos, sino en ataques selectivos. Según Cardozo, el ELN ha llevado a cabo ejecuciones "puerta por puerta", siguiendo listas de personas marcadas como objetivos.

Maduro refuerza la frontera mientras Colombia busca la paz

El ministro de Relaciones Exteriores del régimen venezolano, Yván Gil, afirmó que las tropas enviadas a la frontera brindarán apoyo humanitario a las personas desplazadas. Sin embargo, el movimiento ha sido interpretado por analistas como un intento de Maduro de consolidar su control en una región clave y mostrar fuerza frente a la comunidad internacional.

Mientras tanto, en Colombia, el presidente Gustavo Petro, quien asumió el cargo en 2022 con la promesa de buscar la "paz total", enfrenta serias dificultades para materializar sus compromisos. En su cuenta de X, Petro lamentó que el ELN haya dejado atrás su ideología revolucionaria para adoptar métodos propios del narcotráfico y los grupos paramilitares.

“El ELN ha escogido el camino de la guerra y guerra tendrá. Nosotros, el Gobierno, estamos al lado del pueblo”, declaró Petro, instando a las fuerzas armadas a proteger a la población del Catatumbo y acusando al ELN de traicionar los principios de su fundador, Camilo Torres Restrepo.

Impacto en la economía y la infraestructura

La crisis en el Catatumbo también ha tenido repercusiones en el sector energético. Ecopetrol, la petrolera estatal colombiana, informó que opera sus campos de Tibú, Sardinata y Oripaya con personal mínimo debido a los riesgos de seguridad. Estas instalaciones producen alrededor de 1.900 barriles de petróleo y 4 millones de pies cúbicos de gas al día.

Adicionalmente, las reparaciones en el oleoducto Caño Limón-Coveñas, cerrado tras un ataque la semana pasada, continúan mientras la compañía busca mitigar los impactos de los daños en la infraestructura energética de la región.

Un conflicto que trasciende fronteras

El Catatumbo, que abarca una quincena de municipios en Colombia y comparte una extensa frontera con Venezuela, es una región estratégica no solo para el narcotráfico, sino también para las operaciones de grupos armados. Según Gerson Arias, analista de la Fundación Ideas para la Paz, el ELN controla cerca del 60 % de la región, utilizando tanto el territorio colombiano como el venezolano para sus actividades.

Los enfrentamientos entre estas guerrillas subrayan el desafío de establecer la paz en una zona históricamente marcada por la violencia, el narcotráfico y la ausencia estatal. Mientras tanto, las comunidades locales continúan siendo las principales víctimas de este conflicto que parece no tener fin.

Perspectivas y desafíos

La situación en el Catatumbo plantea preguntas cruciales sobre el futuro de la región. Las políticas de paz impulsadas por Petro enfrentan crecientes críticas, mientras que la militarización de la frontera por parte del régimen de Maduro podría escalar las tensiones entre ambos países. En el corto plazo, la prioridad debe ser atender la crisis humanitaria y garantizar la seguridad de miles de personas desplazadas por el conflicto.

Con el Catatumbo en el epicentro de esta compleja coyuntura, tanto Colombia como Venezuela enfrentan el reto de evitar que la violencia siga escalando y de encontrar soluciones que permitan devolver la estabilidad a una de las regiones más conflictivas de América Latina.


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