Exministro Manuel Rodríguez explica los ambiciosos acuerdos que buscan alcanzar 160 países en la COP16, con enfoques en financiación, derechos indígenas y preservación ambiental en medio de una alarmante crisis climática
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La ciudad de Cali es este año el epicentro de una de las más importantes conferencias ambientales del mundo, la COP16, en la que más de 160 representantes de diversos países se reúnen para debatir y acordar soluciones concretas frente a la crisis de biodiversidad global. Encabezada por la ministra de Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, esta cumbre ha destacado por su histórica asistencia y el compromiso de generar un cambio palpable en la protección del medioambiente.
Manuel Rodríguez Becerra, uno de los pioneros en la defensa ambiental en Colombia y exministro de Ambiente, comenta sobre los desafíos y avances de esta cumbre. Rodríguez, quien formó parte de la famosa Cumbre de Río en 1992 y fue clave en la fundación del Ministerio de Ambiente en Colombia, señala que uno de los temas cruciales de esta COP es la protección de los conocimientos tradicionales de comunidades indígenas. Estos conocimientos, acumulados durante siglos y aplicados en áreas como la medicina tradicional, han sido frecuentemente explotados sin reconocimiento por parte de las industrias farmacéuticas.
En la COP16, se está negociando la implementación de un sistema en el que las industrias que aprovechen estos recursos naturales, como las biofarmacéuticas, contribuyan económicamente a un fondo global que se destine a la protección de la biodiversidad y a las comunidades locales. Esta propuesta contempla un pago del 1% de sus ingresos o utilidades, y algunos consideran que debería ser aún más alto. Rodríguez asegura que, con estos aportes, se podrían recaudar hasta 200 mil millones de dólares anuales, una cifra considerable para financiar la protección de áreas de alta biodiversidad en países como Colombia o Brasil.
Otro tema central en la agenda de la COP16 es la eliminación de los incentivos económicos que promueven la deforestación y otros daños ambientales. Rodríguez explica que, aunque hubo compromisos previos en la Asamblea de Naciones Unidas, como la promesa de los bancos en el año 2000 de no financiar actividades de deforestación, el compromiso se ha diluido. Un reciente estudio de la organización Forest Finance reveló que entre 2014 y 2023 se financiaron actividades como el cultivo de soya, palma de aceite y la ganadería en bosques tropicales, generando una deforestación equivalente a 50 mil millones de dólares al año.
Además de estos puntos críticos, la COP16 también está abordando la necesidad de que los países desarrollados y las industrias que más contaminan asuman un rol de mayor responsabilidad en la crisis climática y de biodiversidad. Estados Unidos, uno de los mayores contaminantes del mundo, es el gran ausente en esta cumbre, lo cual, para Rodríguez, evidencia la falta de voluntad política de algunos actores globales. Sin embargo, los efectos devastadores de fenómenos naturales y crisis como la pandemia del Covid-19 han aumentado la urgencia de encontrar soluciones reales. Rodríguez señala que la deforestación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad no son solo temas de preocupación futura; hoy representan amenazas tangibles que afectan la vida humana en todo el planeta.
En un balance general de la COP16, Rodríguez destaca el gran trabajo realizado por Colombia para llevar esta conferencia a una magnitud sin precedentes en el país. La ministra Muhamad y el equipo organizador han promovido más de cien actividades educativas en Cali, convirtiendo a la COP16 en una gran campaña para sensibilizar a la población sobre el valor y la necesidad urgente de proteger la biodiversidad.
Para Manuel Rodríguez, la COP16 en Cali es un hito que plantea retos enormes, pero al mismo tiempo representa un esfuerzo histórico que, con voluntad y cooperación global, podría establecer un nuevo rumbo en la preservación del medioambiente y la justicia para las comunidades que cuidan de él desde hace siglos.
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