Más de 9.000 efectivos combaten a los guerrilleros en la región fronteriza, mientras miles de desplazados huyen de la violencia en el noreste colombiano
El ministro de Defensa, Iván Velásquez, confirmó que ya se han registrado los primeros enfrentamientos entre el ejército y guerrilleros del ELN en áreas estratégicas del suroriente de El Tarra, región limítrofe con Venezuela. Desde el 16 de enero, los ataques a civiles y los enfrentamientos entre el ELN y disidencias de las FARC han sembrado el terror en esta zona montañosa, clave para la producción de cocaína y con escasa presencia estatal hasta ahora.
La situación en el Catatumbo ha alcanzado niveles alarmantes. Según la defensora del Pueblo, Iris Medina, los desplazamientos masivos ya superaron en apenas un mes las cifras totales de afectados en 2024, cuando se registraron 25.611 personas desplazadas. Familias enteras, incluidas mujeres, niños y ancianos, se han visto forzadas a abandonar sus hogares, buscando refugio en campamentos improvisados en las zonas más pobladas de Norte de Santander.
Para enfrentar esta crisis, el presidente Gustavo Petro declaró el "estado de conmoción interior" en el Catatumbo y suspendió las negociaciones de paz con el ELN, un duro golpe para su política de "paz total". Además, la Fiscalía reactivó las órdenes de captura contra los líderes rebeldes, algunos de los cuales, según inteligencia militar, podrían estar operando desde Venezuela.
En un intento por fortalecer la cooperación binacional, Velásquez se reunió con su homólogo venezolano, Vladimir Padrino, en la ciudad de San Cristóbal, donde discutieron medidas conjuntas para abordar la crisis. Según el ministro colombiano, las autoridades venezolanas han mostrado disposición para colaborar en la lucha contra las estructuras armadas ilegales que operan en la frontera.
La ofensiva militar ha sido acompañada de operaciones humanitarias para evacuar a los pobladores atrapados en las zonas críticas. Helicópteros del ejército han rescatado a cientos de personas, aunque la magnitud de la crisis sigue desbordando la capacidad de respuesta estatal.
A pesar de los esfuerzos, la violencia en el Catatumbo ha evidenciado las limitaciones de la política de paz del gobierno y ha despertado críticas de la oposición. Líderes políticos cuestionan que la aparente indulgencia de Petro hacia grupos armados haya facilitado su reagrupamiento y fortalecimiento. En la última semana, más de 100 personas han perdido la vida en diferentes focos de violencia en el país, un trágico recordatorio de la persistencia del conflicto colombiano.
La comunidad internacional sigue atenta al desarrollo de esta crisis, que pone en jaque no solo la estabilidad en la frontera colombo-venezolana, sino también los esfuerzos por construir una paz sostenible en un país históricamente golpeado por la guerra. Mientras tanto, los habitantes del Catatumbo enfrentan un panorama incierto, entre la esperanza de un retorno a la tranquilidad y el temor de que la violencia se prolongue indefinidamente.
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