
Aunque no se registraron víctimas entre los soldados, el ataque causó daños materiales, afectando especialmente los caniles, las estructuras que albergan a los perros de esta unidad militar.
El Ejército Nacional atribuyó el atentado al grupo armado ilegal ELN. Tras la explosión, las tropas de la Segunda División desplegaron un dispositivo de seguridad para rastrear y capturar a los responsables del hecho. "Este acto terrorista constituye una violación a los derechos humanos y un grave incumplimiento del derecho internacional humanitario", señaló la institución en un comunicado.
Escalada de violencia en la región
Este atentado ocurre en medio de una ofensiva de las Fuerzas Militares contra el Frente Juan Fernando Porras del ELN. Durante la jornada del mismo miércoles, se presentaron combates en la zona rural del municipio de Lourdes, también en Norte de Santander.
La operación, en la que participaron la Fuerza Aérea Colombiana, la Policía Nacional y la Fiscalía General de la Nación, dejó como resultado la muerte de un presunto integrante del ELN y la captura de dos más. Además, las autoridades incautaron ocho armas, entre ellas dos armas largas y seis armas cortas.
Contexto de inseguridad
Norte de Santander, y particularmente el municipio de Tibú, ha sido escenario recurrente de ataques por parte de grupos armados ilegales. La presencia del ELN, el Clan del Golfo y otros actores armados ha generado un clima de tensión y violencia que afecta a la población civil y a las fuerzas del orden.
El corredor estratégico de esta zona, que conecta con la frontera con Venezuela, convierte al departamento en un punto crítico para el tráfico de armas, drogas y contrabando, lo que intensifica las confrontaciones entre las fuerzas estatales y los grupos ilegales.
Respuesta del Gobierno
Las autoridades nacionales han reiterado su compromiso de fortalecer la presencia militar en la región y continuar con las operaciones conjuntas para combatir a los actores ilegales. Mientras tanto, la comunidad de Tibú sigue exigiendo mayor seguridad y garantías para el desarrollo de sus actividades cotidianas en un entorno marcado por el conflicto armado.
Este nuevo episodio evidencia la complejidad del panorama de seguridad en Norte de Santander, una región que continúa enfrentando los embates de la violencia pese a los esfuerzos por estabilizar la zona y recuperar la tranquilidad de sus habitantes.
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