
“No teníamos mucho conocimiento del evento, más allá de que un canal de televisión lo estaba invitando a tocar en la Plaza de Bolívar”, explicó el comunicado, que además subrayó la importancia de utilizar esos recursos para fortalecer la cultura local y apoyar a artistas colombianos.
La noticia ha intensificado las críticas hacia el Gobierno de Gustavo Petro, especialmente después de que se revelara que el evento tendría un costo total cercano a los 4.000 millones de pesos, de los cuales 2.185 millones habrían sido destinados al pago del artista puertorriqueño. Esta cifra causó indignación, particularmente tras el anuncio de recortes presupuestales por parte del presidente Petro.
Daniel Briceño, concejal de Bogotá por el partido Centro Democrático, fue una de las primeras voces en cuestionar la inversión. A través de sus redes sociales, denunció que mientras sectores clave del país enfrentan limitaciones económicas, se destinaban recursos para pagarle a un "artista amigo del Gobierno".
Por su parte, la senadora María Fernanda Cabal criticó duramente el gasto, enfatizando que el dinero podría haberse utilizado para enfrentar la crisis de seguridad en el Catatumbo. “No hay recursos para que las Fuerzas Militares puedan retomar el control en el Catatumbo, pero sí hay plata para pagarle al artista amigo de los mamertos Residente”, escribió en su cuenta de X.
El gerente de RTVC, Hollman Morris, defendió el presupuesto del concierto, calificándolo como un acto simbólico contra el autoritarismo y los discursos de odio. “El concierto de la esperanza es un canto contra las tinieblas, contra el fascismo”, afirmó, mientras rechazaba los cuestionamientos sobre el uso de recursos públicos.
El comunicado de Residente también dejó abierta la posibilidad de una próxima visita a Bogotá para realizar un concierto en condiciones más favorables. “Queremos concretar una visita para las personas que no han podido asistir a uno de sus conciertos”, concluyó el documento.
Además de la controversia por el presupuesto, trascendieron detalles sobre las exigencias del artista para el evento, lo que alimentó aún más las críticas de la oposición. Se denunció que se habrían requerido hasta seis camerinos para unas 35 personas, incluyendo músicos y personal de producción. Las solicitudes incluyeron sofás grandes, espejos de cuerpo entero, agua de marcas como Evian o Fiji, y una dieta pescatariana específica para el artista y su asistente.
El contrato también establecía medidas de seguridad especiales para el camerino principal y la oficina del management de Residente, así como catering con vinos Malbec, cenas elaboradas y tablas de carnes y quesos.
A pesar de la cancelación del concierto, la polémica ha dejado un precedente sobre la relación entre el gasto público y los eventos culturales organizados por el gobierno de Petro. Mientras unos defienden la importancia de iniciativas culturales para promover la esperanza y la unidad, otros insisten en que el dinero debería destinarse a sectores más críticos del país.
El futuro del Concierto de la Esperanza queda ahora en el aire, mientras la administración Petro enfrenta uno de sus primeros desafíos en el ámbito cultural y presupuestal. La expectativa sobre cómo se resolverá esta situación y si Residente efectivamente volverá a Colombia se mantiene latente.
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