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Desde el año 1000, este taller de fundición ha conservado intacta la tradición medieval de la fabricación de campanas, transmitiéndola a través de 27 generaciones
El año 1000 marcó un punto de inflexión en la historia de Europa, con cambios políticos, sociales y culturales que sentaron las bases de la civilización occidental. En medio de este panorama, una pequeña fundición de campanas nació en la localidad italiana de Agnone, sin imaginar que más de un milenio después seguiría operando con los mismos métodos artesanales. Se trata de la Pontificia Fonderia Marinelli, la empresa familiar en funcionamiento más antigua de Europa y una de las más longevas del mundo.
Desde sus inicios, la Fonderia Marinelli ha estado en manos de la misma familia, transmitiendo el arte de la fundición de campanas de generación en generación. Actualmente, la vigesimoséptima generación de artesanos continúa con la labor de sus antepasados, manteniendo viva una tradición que ha sobrevivido a guerras, cambios de gobierno y transformaciones tecnológicas.
El contexto histórico en el que nació la fundición estaba marcado por la consolidación del sistema feudal y el auge del poder de la Iglesia Católica, que jugaba un papel central en la vida política y social de la época. En este escenario, las campanas eran elementos fundamentales para las comunidades, no solo porque marcaban las horas de oración y trabajo, sino porque servían como medio de comunicación en tiempos de crisis, guerra o celebraciones. Su demanda era constante, y el taller de los Marinelli encontró un nicho que le permitió prosperar durante siglos.
La elaboración de una campana en la Fonderia Marinelli sigue un proceso artesanal que ha permanecido prácticamente inalterado desde la Edad Media. Se inicia con la creación de un molde de arcilla, sobre el cual se aplica una capa de cera que se esculpe con inscripciones y ornamentos. Luego, se recubre con una nueva capa de arcilla y se calienta hasta derretir la cera, dejando un espacio vacío en el que se vierte bronce fundido a altas temperaturas. Una vez enfriado, se rompe el molde de arcilla para revelar la campana, que posteriormente se afina y pule hasta alcanzar el tono deseado.
A lo largo de su historia, la Fonderia Marinelli ha sido testigo de grandes acontecimientos y ha fabricado campanas para algunas de las iglesias más importantes del mundo, incluyendo el Vaticano. Su prestigio le ha valido el reconocimiento como “Pontificia” por parte de la Santa Sede, un título que refuerza su estrecha relación con la Iglesia Católica.
En la actualidad, la empresa sigue operando en Agnone, combinando el respeto por las técnicas ancestrales con la implementación de nuevas tecnologías que mejoran la calidad del sonido y la durabilidad de las campanas. Además, ha abierto sus puertas al público a través de visitas guiadas que permiten conocer de cerca su historia y el meticuloso proceso de fabricación.
El legado de la Fonderia Marinelli es un testimonio de la resistencia y el valor de la tradición en un mundo en constante cambio. Mientras otras empresas han sucumbido al paso del tiempo, esta fundición milenaria sigue en pie, forjando campanas que no solo resuenan en templos y ciudades, sino también en la memoria colectiva de la humanidad.
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