
Los maestros del distrito se movilizan para exigir condiciones dignas mientras miles de estudiantes se quedan sin clases; la tensión entre derechos laborales y el acceso a la educación entra en el centro del debate
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Este jueves 24 de abril, las calles de Bogotá volverán a ser escenario de una multitudinaria manifestación liderada por la Asociación Distrital de Educadores (ADE), que ha convocado a un paro docente en protesta por lo que consideran un incumplimiento sistemático de los acuerdos establecidos con la Alcaldía. En un contexto de creciente inconformidad por la precariedad en las condiciones laborales y educativas, el gremio de maestros busca visibilizar problemáticas que, aseguran, llevan años sin resolverse.
La ADE denuncia la falta de voluntad política para mejorar las condiciones en las instituciones oficiales de la capital. Según su comunicado, las razones del paro incluyen la crisis del Programa de Alimentación Escolar (PAE), la deficiente dotación en colegios, la sobrecarga laboral de los docentes, así como la supuesta vulneración de la autonomía educativa y el avance de políticas que, en su visión, privatizan la educación pública. La protesta también exige garantías para ejercer el derecho a la manifestación, agua potable en todas las sedes educativas y una negociación inmediata de un pliego de emergencia.
La jornada de movilización inició desde las 8:00 a. m., con punto de encuentro en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Desde allí, los manifestantes emprendieron una marcha que recorrió la calle 26, la carrera 10, la calle 19 y culminó frente al Palacio Liévano, sede de la Alcaldía Mayor, en la Plaza de Bolívar, entre el mediodía y las 3:00 p. m. La manifestación, aunque pacífica, generó afectaciones viales significativas en el centro de la ciudad y obligó a desvíos en las rutas del transporte público.
Por su parte, la Secretaría de Educación del Distrito reiteró que los colegios oficiales deben garantizar la continuidad del servicio educativo y señaló que no existe autorización para el cierre de instituciones. En ese sentido, invitó a los docentes al diálogo y calificó el paro como una medida injustificada que vulnera el derecho fundamental a la educación de los niños y jóvenes, así como la organización cotidiana de miles de familias.
Más allá de la marcha de la ADE, el jueves también estuvo marcado por diversas expresiones sociales y culturales. A las 11:00 a. m., en la localidad de San Cristóbal, se llevó a cabo la acción ritual “Nunca más”, un evento simbólico que busca recuperar la memoria histórica. De manera paralela, se realizaron dos actividades de la Gira Nacional Minga Cali en Corferias y en la Universidad Pedagógica Nacional, con participación de colectivos sociales y estudiantiles.
La movilización docente en Bogotá revive el debate sobre la responsabilidad compartida del Estado y la sociedad frente al futuro de la educación pública. Mientras los educadores reclaman condiciones dignas para enseñar y vivir, la administración distrital defiende la continuidad de clases como derecho inalienable. Entre tanto, miles de estudiantes siguen siendo los principales afectados de una tensión que, lejos de resolverse, parece profundizarse.
La jornada de paro deja preguntas abiertas sobre el rumbo de la política educativa en Bogotá, la capacidad de respuesta institucional frente a las exigencias de los gremios y el rol de la ciudadanía en la defensa de una escuela pública, gratuita y de calidad.
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