Economía | Por: Alejandro Cruz
Agricultura, industria y comercio lideran el repunte económico según el informe del DANE
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Contra todo pronóstico y en medio de un entorno internacional lleno de tensiones, Colombia ha logrado una hazaña económica que toma por sorpresa a analistas y mercados: un crecimiento del 3,86% en el último periodo reportado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Este repunte no solo rompe con los temores de estancamiento, sino que también marca una señal de reactivación sólida en sectores estratégicos que parecían al borde de la desaceleración.
La tríada que lideró el impulso
Los motores de este crecimiento son claros y contundentes. Por un lado, la agricultura, con una producción robusta de café, flores y productos agroindustriales, ha mantenido niveles de exportación que apuntalan la balanza comercial. El campo colombiano parece resistir mejor que nunca las turbulencias internacionales.
La industria, que había experimentado altibajos tras la pandemia, muestra señales de recuperación. La manufactura, junto al renacimiento del sector automotriz y nuevas inversiones, ha comenzado a reactivarse, generando empleo y fortaleciendo cadenas de valor internas.
El comercio, finalmente, brilla por su dinamismo. El consumo interno ha crecido, reflejo de una ciudadanía con mayor confianza en su poder adquisitivo, a pesar del ruido político y la volatilidad de precios.
¿Reactivación o espejismo?
A pesar de las buenas cifras, economistas advierten que el escenario no está exento de sombras. La inflación, aunque controlada, sigue siendo una amenaza latente. Los costos de producción, por su parte, aún presionan a las pequeñas y medianas empresas.
Además, el entorno político sigue siendo un factor de incertidumbre. ¿Podrá mantenerse este ritmo si la gobernabilidad se ve afectada por tensiones internas? ¿Resistirá el crecimiento si los precios internacionales de materias primas se desploman?
Un año decisivo
Las proyecciones para lo que resta del año son moderadamente optimistas. Los estímulos fiscales, la baja en la tasa de interés y los acuerdos de inversión extranjera podrían consolidar el crecimiento. Sin embargo, el gobierno tiene en sus manos la responsabilidad de sostener esta tendencia sin desatar desequilibrios macroeconómicos.
Conclusión
El 3,86% de crecimiento económico no es solo una cifra: es una señal de que Colombia, en medio de la incertidumbre global, ha encontrado un respiro. Pero ese respiro, aunque valioso, no garantiza estabilidad permanente. La pregunta que ahora queda en el aire es si el país será capaz de convertir esta recuperación en una transformación estructural duradera.
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