El fútbol llora la partida de un ícono cuya magia dejó huella en Argentina y Colombia.
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La noticia cayó como un relámpago en la madrugada del fútbol sudamericano: Juan Ramón ‘La Bruja’ Verón, mítico exjugador y entrenador argentino, ha fallecido a los 81 años. Su nombre, escrito con tinta indeleble en la historia del balompié continental, no se apagará fácilmente. Su figura, a medio camino entre la leyenda y la mitología popular, resurge ahora con más fuerza, mientras miles de aficionados lamentan su partida.
La historia de Verón es de aquellas que se relatan con asombro. Como protagonista del glorioso Estudiantes de La Plata que alzó tres Copas Libertadores consecutivas entre 1968 y 1970, fue más que un simple mediocampista ofensivo: fue un estratega silencioso, el arquitecto de la sorpresa y la audacia, el número diez que desequilibraba con la mirada. En ese equipo, se convirtió en un símbolo eterno, en un talismán.
Pero su leyenda cruzó fronteras. En 1977, su destino se entrelazó con el del Atlético Junior de Barranquilla. Y no fue una visita cualquiera. Ese año, ‘La Bruja’ logró un hito que desafía la lógica: ser campeón como jugador y como técnico del equipo costeño en una sola temporada. Una hazaña que parece más un mito que una anécdota, y que lo elevó a la categoría de inmortal entre la hinchada rojiblanca.
Más allá de los trofeos, su legado vive en la piel de su sangre. Su hijo, Juan Sebastián Verón, también vistió la camiseta de Estudiantes y se convirtió en estrella global. Pero el influjo de su padre estaba ahí, en cada pase largo, en cada decisión táctica, como si los hilos del fútbol aún los moviera ‘La Bruja’ desde la distancia.
Hoy, el fútbol no solo pierde a un hombre. Pierde a una figura mística, una sombra que caminaba entre el genio y la intuición, una mente que veía el juego con segundos de ventaja. En Argentina y en Colombia, su nombre seguirá susurrado en los pasillos de los estadios, como un secreto compartido entre generaciones.
Juan Ramón Verón se ha ido. Pero su leyenda no se retira.
Descansa en paz, Bruja. Tu hechizo sigue vivo.
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