El contrato será firmado en septiembre y abre una nueva era para la Fuerza Aeroespacial Colombiana
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Bogotá, 25 de junio de 2025. En una decisión que podría redefinir el poder disuasivo del país en el escenario regional, el gobierno colombiano confirmó la adquisición de entre 16 y 24 aviones de combate Gripen, de fabricación sueca, por un valor estimado de $16,5 billones. El anuncio, realizado por el ministro de Defensa Pedro Sánchez, pone fin a años de especulación y da paso a una ambiciosa renovación tecnológica que no está exenta de interrogantes.
“El contrato será firmado en septiembre, y los primeros aviones llegarán entre 2026 y 2027”, precisó Sánchez en entrevista con Mañanas Blu.
La operación marca el retiro oficial de los veteranos Kfir, que han servido por más de 40 años en la defensa del espacio aéreo colombiano. Pero más allá del relevo técnico, lo que genera expectativa —y cierta tensión en algunos círculos— es el impacto geoestratégico de la decisión.
Los aviones Gripen NG, desarrollados por la firma sueca Saab, son reconocidos por su tecnología de punta, bajo costo operativo y capacidad para operar con armamento de última generación. En palabras del ministro, el acuerdo no solo contempla la compra de aeronaves, sino también transferencia de conocimiento y tecnología, lo que podría significar un salto cualitativo para la industria aeroespacial nacional.
Como adelanto, dos aviones demostrativos llegarán desde Brasil en julio, justo a tiempo para la Feria Aeronáutica. Serán las primeras piezas visibles de una negociación que hasta ahora ha sido cuidadosamente calibrada para evitar filtraciones y controversias políticas.
El anuncio se produce en medio de rumores sobre presiones externas, restricciones financieras y obstáculos internacionales. Sin embargo, el ministro desestimó esas versiones:
“No hay interferencias. Saab es una empresa seria, con altos estándares y total transparencia.”
A pesar del monto de la inversión, el gobierno insiste en que no se comprometerán recursos destinados a programas sociales. Por el contrario, aseguran que el contrato traerá beneficios indirectos en áreas como salud, agua y energía, gracias a los desarrollos tecnológicos integrados al acuerdo.
Sin embargo, las dudas persisten. ¿Qué papel jugarán estos aviones en el equilibrio militar de la región? ¿Cómo responderán países vecinos ante esta nueva capacidad aérea? ¿Y qué tan profunda será realmente la autonomía tecnológica que promete el convenio?
Lo cierto es que, por primera vez en décadas, Colombia se proyecta como actor emergente en defensa aérea, en un momento de tensiones globales e incertidumbre geopolítica. El cielo colombiano está por cambiar… y el rugido de los Gripen podría ser más que simbólico.
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