
Orden Público | Por: Santiago Vargas
El descubrimiento de dos lanzacohetes en manos de un habitante de calle ha desatado una ola de incertidumbre en la capital
La escena no tardó en desencadenar una respuesta de emergencia. Altos mandos de la Policía Nacional, en coordinación con el Ministerio de Defensa, analizaron de inmediato imágenes, registros y documentos forenses para verificar si los artefactos representaban una amenaza real.
¿Basura militar o alerta encubierta?
Las primeras indagaciones apuntan a una versión casi inverosímil: los dispositivos habrían sido desechados por un familiar de un miembro de la Fuerza Pública. Se trataría de cascarones inertes de lanzacohetes rusos, ya usados y, según las autoridades, sin capacidad operativa. Sin embargo, las preguntas no han dejado de multiplicarse. ¿Cómo llegaron hasta allí? ¿Quién permitió que material militar, aun desactivado, fuera arrojado como si se tratara de simples residuos?
La Fiscalía Primera Especializada DECOC asumió el caso para esclarecer posibles irregularidades en el manejo de estos elementos. Se están verificando testimonios, registros de inventario y trazabilidad de las armas.
Entre el desconcierto y la sospecha
El presidente Gustavo Petro, visiblemente inquieto por la noticia, solicitó una investigación a fondo. Incluso sugirió que el hallazgo podría tener relación con un posible plan de atentado en su contra. “No es un hecho menor encontrar lanzacohetes en el corazón de la capital”, declaró. Pero esa hipótesis fue rápidamente desmentida por el secretario de Seguridad de Bogotá, César Restrepo, quien enfatizó que no hay indicios de una amenaza estructurada ni planes criminales detrás del hallazgo.
¿Alarma innecesaria o advertencia encubierta?
Aunque los análisis técnicos concluyeron que los artefactos no contenían munición ni representaban un peligro físico inmediato, el incidente ha dejado al descubierto grietas preocupantes en el control de material bélico en Colombia. Que estos dispositivos hayan terminado en la calle, al alcance de cualquiera, plantea una inquietud mayor: ¿qué otras armas han salido del radar oficial?
El país observa con expectativa y recelo el curso de la investigación, que podría revelar negligencias, irregularidades o algo más profundo. En una ciudad acostumbrada a convivir con la tensión, el hallazgo de lanzacohetes obsoletos ha vuelto a poner en jaque la sensación de seguridad.
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