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Miguel Uribe enfrenta su prueba más dura tras nueva cirugía en Bogotá

DN


Política | Por: Santiago Valencia Córdoba


El estado del senador sigue siendo crítico mientras el país entero espera un milagro

Artículo:

Bogotá, 24 de junio de 2025. En el corazón de la capital, donde la política se mezcla con la incertidumbre, la Fundación Santa Fe permanece en silencio expectante. Allí, Miguel Uribe Turbay libra su más compleja batalla. El senador y precandidato presidencial fue sometido este lunes a una cuarta intervención quirúrgica, consecuencia directa del brutal atentado que sufrió el pasado 7 de junio durante un acto público en el occidente de Bogotá.

El parte médico no deja lugar a interpretaciones: su estado sigue siendo crítico, y cada procedimiento representa una lucha milimétrica contra las secuelas de los disparos que recibió —dos en la cabeza y uno en la pierna izquierda— mientras se dirigía a sus seguidores en el barrio Modelia. Desde entonces, permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos, rodeado de un hermetismo clínico y de un país en vilo.

Su esposa, Claudia Tarazona, se convirtió en vocera de la esperanza. A través de redes sociales, compartió una imagen de Miguel junto a su pequeño hijo, Alejandro, acompañada de un mensaje conmovedor: “Estaré esperando que salgas de tu procedimiento con la certeza que me da la fe en Dios, de que será un pasito más para que volvamos a estar tomados de la mano”. Una frase sencilla, pero cargada de la tensión emocional que hoy atraviesa a miles de colombianos.

El doctor Fernando Hakim, reconocido neurocirujano a cargo del caso, ha insistido en que no se emitirán nuevos comunicados médicos salvo que ocurra un cambio clínico significativo. Aun así, ha agradecido el respaldo ciudadano, al que calificó como “vital” para la moral del equipo médico. En las afueras de la clínica, día tras día, se mantienen encendidas las velas, los cantos y las plegarias. La escena es casi litúrgica: ciudadanos de todas las edades oran, cantan y esperan.

El atentado no solo marcó un punto de inflexión en la vida del congresista, sino también en el debate público. Las reacciones nacionales e internacionales han sido contundentes. Parlamentarios, expresidentes, líderes comunitarios y ONG han expresado su preocupación por la vulnerabilidad que enfrentan los actores políticos en Colombia, especialmente aquellos que —como Uribe— se perfilaban como protagonistas de la contienda presidencial de 2026.

El país observa. Los reflectores no están en el Congreso ni en las plazas públicas, sino en una habitación silenciosa donde la vida del senador pende de la medicina, la fe y el tiempo. Nadie puede anticipar el desenlace. Lo que está claro es que Miguel Uribe, en la sombra de la incertidumbre, sigue dando la batalla.

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