
Una crecida súbita del río Guadalupe arrasó el campamento infantil durante la madrugada
De acuerdo con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), el nivel del río subió ocho metros en apenas 45 minutos, un ascenso brutal que tomó por sorpresa a las más de 750 niñas que se encontraban en las instalaciones, muchas de ellas dormidas cuando el agua irrumpió violentamente en las cabañas de madera. Las imágenes captadas por drones y celulares muestran árboles arrancados, estructuras flotando a la deriva y vehículos siendo arrastrados como juguetes por la corriente.
El sheriff del condado, Larry Leitha, confirmó el rescate de al menos 237 personas, incluyendo 167 evacuadas por aire gracias al trabajo coordinado de 14 helicópteros y una flota de drones y equipos especializados. La Guardia Costera y la FEMA participan activamente en las labores de búsqueda, mientras persiste el riesgo de nuevas tormentas sobre el centro-sur del estado.
Las autoridades trabajan contrarreloj. Cada minuto cuenta. El gobernador Greg Abbott declaró estado de desastre en 14 condados y prometió una búsqueda ininterrumpida: “No nos detendremos hasta encontrar a todas las niñas”, afirmó con voz quebrada en una rueda de prensa improvisada junto a los padres desesperados.
La tragedia ha generado conmoción a nivel nacional. El presidente Donald Trump la calificó como “una catástrofe desgarradora” y anunció asistencia federal inmediata. En Kerrville e Ingram se han instalado centros de reunificación familiar, y decenas de voluntarios se han desplazado a la zona para ayudar en las tareas de búsqueda, entrega de víveres y apoyo emocional.
Las celebraciones del 4 de julio fueron suspendidas en varias ciudades cercanas como señal de duelo. Esta tragedia remueve la memoria colectiva de Texas, recordando la fatídica inundación de 1987 en Comfort, donde 10 adolescentes perdieron la vida en un campamento cristiano. Pero esta vez, la escala del desastre parece aún mayor. El dolor también.
Las autoridades no descartan que la cifra de víctimas aumente en las próximas horas. Mientras tanto, los helicópteros no dejan de sobrevolar los bosques inundados y los socorristas siguen escudriñando entre los escombros, aferrados a una esperanza: que algunas de las niñas desaparecidas hayan encontrado refugio… y sigan con vida.
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