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Washington D.C. — Lo que comenzó como una promesa de transparencia hacia la base electoral más fiel del expresidente Donald Trump terminó convirtiéndose en un dolor de cabeza político para el Partido Republicano y una tormenta institucional para la capital estadounidense.
El caso Jeffrey Epstein, reavivado por una serie de documentos publicados por el Departamento de Justicia bajo el título Los archivos Epstein, parte 1, ha tenido un efecto dominó que alcanzó tanto a la Casa Blanca como al Capitolio. Aunque el contenido de dichos archivos fue catalogado por muchos como decepcionante —sin lista de clientes ni evidencias de chantaje—, el impacto político no tardó en sentirse.
La fiscala general Pam Bondi, figura central en este intento de revelación, fue duramente criticada por no cumplir con las expectativas generadas entre los sectores más conspirativos del movimiento MAGA. En su momento, Bondi prometió una segunda entrega de documentos que nunca llegó, aumentando así la frustración entre los seguidores de Trump, algunos de los cuales han promovido teorías infundadas sobre espionaje, asesinatos políticos y encubrimientos a gran escala.
El propio Trump, enfrentado a sus seguidores más radicales, optó por calificar de “débiles” a quienes siguen hablando del tema, señalando que se están dejando llevar por una “estafa” de los demócratas. Sin embargo, el tema siguió creciendo y encontró eco en la bancada demócrata, que no tardó en exigir la divulgación completa de los documentos mediante votaciones de procedimiento en la Cámara de Representantes.
La presión legislativa derivó en una respuesta drástica por parte del presidente de la Cámara, el republicano Mike Johnson, quien anunció la suspensión anticipada de las sesiones del Congreso justo antes del receso de verano. La medida fue interpretada como un intento de esquivar cualquier votación relacionada con el caso Epstein, algo que algunos legisladores calificaron de maniobra política para proteger a figuras clave dentro del Partido Republicano.
Mientras tanto, un denunciante anónimo informó que la revisión de los archivos involucró a más de mil agentes del FBI, muchos trabajando en turnos prolongados. No obstante, el memorando final del Departamento de Justicia no arrojó nuevas evidencias que permitieran abrir investigaciones contra terceros no implicados en el caso original.
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