
El avión, un Dassault Falcon 200 de bandera venezolana, fue inmovilizado tras ser señalado por el Departamento de Estado de haber sido utilizado por funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro para viajes a Grecia, Turquía, Rusia, Nicaragua y Cuba. La aeronave, según se indicó, había sido llevada a República Dominicana para labores de mantenimiento.
Este hecho se suma a la confiscación en septiembre del año pasado de otro avión oficial venezolano, un Dassault Falcon 900EX, el cual fue trasladado a Florida tras alegaciones de que había sido adquirido ilegalmente mediante una empresa fantasma por un valor de 13 millones de dólares. Dicho avión, según Washington, era utilizado por el presidente Maduro y sus aliados.
El decomiso del Dassault Falcon 200 ocurre en un momento de especial complejidad para las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos. Pese a la postura de línea dura adoptada por la administración de Donald Trump, marcada por sanciones económicas y un embargo petrolero, en enero se evidenció un intento de acercamiento con la visita de Richard Grenell, enviado especial de Trump, a Caracas.
Durante esta visita, se logró la liberación de seis ciudadanos estadounidenses retenidos en Venezuela, así como un acuerdo para permitir la recepción de deportados venezolanos por parte del gobierno de Maduro. El mandatario venezolano calificó las conversaciones como respetuosas, pero Marco Rubio y otros altos funcionarios estadounidenses subrayaron que este encuentro no significaba un cambio en la postura de Washington frente al régimen chavista.
Históricamente, las relaciones entre ambos países han estado marcadas por una dinámica fluctuante de sanciones, embargos y tensiones diplomáticas. Aunque el embargo petrolero impuesto en 2019 fue parcialmente flexibilizado durante la administración de Joe Biden, persisten restricciones significativas y medidas de presión.
El gobierno de Venezuela, por su parte, ha denunciado reiteradamente lo que considera "actos de piratería y robo aéreo" por parte de Estados Unidos. En junio de 2022, un avión Boeing 747 venezolano-iraní fue inmovilizado en Argentina y destruido en territorio estadounidense a comienzos de 2024, generando fuertes críticas por parte de Caracas.
La confiscación de este segundo avión en República Dominicana parece ser otro episodio dentro de la compleja y conflictiva relación entre ambos países, donde los intereses económicos, la política internacional y las tensiones ideológicas siguen siendo protagonistas.
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