Internacional | Por: Ethan Lyn Chen
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La tensión comercial entre Estados Unidos y China dio un sorpresivo giro este miércoles con la entrada en vigor de un acuerdo provisional que reduce drásticamente los aranceles bilaterales. Un respiro de 90 días que podría convertirse en tregua… o en prólogo de una nueva tormenta.
El pacto fue alcanzado durante una serie de reuniones reservadas en Ginebra el pasado fin de semana, y establece la disminución temporal de aranceles del 125% al 10% para productos estadounidenses por parte de Beijing, mientras que Washington reducirá sus gravámenes sobre bienes chinos del 145% al 30%.
La medida, aunque provisional, podría significar un cambio decisivo para cadenas de suministro globales que han tambaleado bajo el peso de la guerra arancelaria. Pero no todo es alivio: detrás de los comunicados oficiales, persisten fricciones estructurales que ningún acuerdo superficial puede borrar.
Más allá de los aranceles: una disputa por el poder global
Funcionarios de ambas delegaciones han admitido que las tres próximas semanas serán cruciales. El objetivo: evaluar la posibilidad de mecanismos de cooperación comercial más estables. Sin embargo, temas espinosos como propiedad intelectual, transferencia forzada de tecnología y subsidios industriales continúan siendo puntos de quiebre.
En Ginebra, China aceptó levantar las represalias no arancelarias impuestas desde el 2 de abril, entre ellas restricciones a tierras raras y listas negras comerciales. Estados Unidos, por su parte, se comprometió a eliminar los aranceles adicionales aplicados el 8 y 9 de abril, aunque mantendrá los anteriores a esa fecha por razones de seguridad nacional y narcotráfico.
De fondo, pesa la sospecha del papel de empresas chinas en la cadena de suministro de precursores del fentanilo, lo que llevó a mantener una tasa arancelaria mínima del 30% sobre ciertos productos.
El juego diplomático: una tregua o una trampa
El presidente Donald Trump, desde el Air Force One en una gira por el Golfo Pérsico, mostró entusiasmo por el acuerdo: “Tenemos el marco de un muy, muy sólido acuerdo con China”, afirmó a Fox News. Sin embargo, evitó detallar el contenido real de lo negociado, limitándose a destacar la “apertura comercial” del país asiático.
Su tono, más moderado que en otras ocasiones, contrastó con el escepticismo de analistas internacionales que advierten sobre el carácter “parche” de la medida. “Es un acuerdo débil para una guerra fuerte”, advirtió un experto en comercio internacional en Ginebra.
La tregua comercial, celebrada como una victoria diplomática por ambas potencias, podría ser solo una fachada. Si las diferencias profundas no se abordan, el conflicto arancelario podría resurgir con más fuerza que nunca.
El mundo, expectante, observa este nuevo capítulo. El reloj corre y los mercados respiran… por ahora.
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