
El equipo argentino no logró imponerse y quedó marcado por la autoridad del campeón europeo
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Yeda, Arabia Saudita – 25 de junio de 2025. El estadio rugía, las camisetas rojas flameaban en las gradas, y la esperanza argentina parecía intacta. Pero en el césped, la historia fue otra. River Plate se topó con una muralla táctica llamada Inter de Milán, liderado por un implacable Lautaro Martínez, y cayó por 2-0 en una noche donde la jerarquía se impuso sin apelaciones.
La derrota marca el final del camino del Millonario en el Mundial de Clubes 2025, con más lamentos que méritos. El conjunto argentino no solo fue superado en el marcador, sino también en actitud, precisión y carácter. El Inter no necesitó mostrar todo su arsenal: le bastó con apretar en los momentos justos y castigar sin piedad los errores defensivos de River.
El primer gol llegó temprano, al minuto 18, tras un balón recuperado en la mitad de la cancha y una asistencia quirúrgica de Barella que Lautaro convirtió con frialdad. El segundo tanto, al borde del descanso, fue una sentencia: un remate cruzado de Frattesi que silenció a la tribuna argentina y dejó al técnico Martín Demichelis sin respuestas tácticas visibles.
Más allá del resultado, lo que deja preocupación en la hinchada es la imagen final: un equipo desbordado, desdibujado, sin rebeldía ni reacción. River, acostumbrado a noches de gloria internacional, se despidió sin siquiera pisar con fuerza el área rival. La ansiedad fue evidente. Las piernas pesaban, las ideas no fluían y, para colmo, el Inter jugaba como si llevara el guion del partido desde el vestuario.
En conferencia de prensa, Demichelis fue autocrítico: “No estuvimos a la altura de un rival de esta envergadura. Tenemos que aprender de esto”, dijo, intentando disfrazar lo que a todas luces fue una lección de grandeza futbolística por parte del conjunto italiano.
El Inter, por su parte, avanza con paso firme hacia la final, reforzando su condición de favorito. Lautaro Martínez, quien fue ovacionado por la parcialidad neutral, resumió el encuentro con una frase lapidaria: “Sabíamos que River podía complicar, pero lo hicimos ver débil”.
River vuelve a casa sin medallas y con más preguntas que certezas. ¿Fue solo una mala noche o un reflejo de una diferencia estructural cada vez más marcada entre el fútbol sudamericano y el europeo?
Por ahora, el silencio del vestuario millonario es tan elocuente como los goles que no llegaron.
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