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Barranquilla, Colombia — Una sombra de controversia cubre el proceso de admisión al programa de Medicina de la Universidad del Atlántico. Cientos de aspirantes denuncian cobros que califican como “exorbitantes” y acusan a la institución de aplicar un sistema de selección que los deja por fuera, no por falta de méritos, sino por métodos que —según ellos— ignoran la realidad económica individual.
Los hechos salieron a la luz tras la entrada en vigor del Acuerdo Superior N°. 000032 del 26 de noviembre de 2024, que establece los valores de matrícula entre 5 y 9 salarios mínimos legales vigentes. En cifras actuales, se trata de montos que oscilan entre $7.117.500 y $12.811.500. Una barrera infranqueable para muchos jóvenes de estratos medios y bajos que, por razones legales, no aplican al programa de gratuidad del Estado.
“La gratuidad excluye a quienes ya tienen un título profesional”, explica Andrea Uribe, aspirante al programa. “Pero eso no significa que tengamos cómo pagar más de doce millones por semestre. Esto es una universidad pública, no una élite privada”.
Sin embargo, lo que más inquieta no es solo el dinero. La polémica se agrava por el sistema de selección que usa como criterio el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) del lugar de estudio previo. Para muchos, se trata de una medida injusta y generalizante. “No evalúan nuestra situación real, solo la del barrio donde estudiamos”, afirma otro aspirante que pidió anonimato por temor a represalias.
La situación ha escalado. Voces estudiantiles, familiares y colectivos ciudadanos claman por una revisión urgente del modelo de admisión. Las redes sociales han amplificado el escándalo con denuncias sobre casos específicos donde jóvenes con puntajes sobresalientes fueron desplazados por otros con menor rendimiento académico pero con mejor IPM.
Frente a esto, la Universidad del Atlántico ha respondido con un comunicado escueto, reiterando que la inscripción es gratuita, que no se requieren tramitadores, y que no se tolerarán estafas en redes sociales. Pero hasta el momento, no ha habido declaraciones que aborden de fondo las críticas al esquema de cobros ni a los filtros de ingreso.
La tensión sigue en aumento. Cada día se suman más testimonios de frustración e indignación, mientras las autoridades universitarias guardan silencio ante una tormenta que podría comprometer la imagen institucional y el acceso justo a una de las carreras más codiciadas.
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